Con la llegada de la Pascua, los turistas extranjeros, casi todos europeos, regresan a una Italia de ambiente prepandémico y aunque este año faltarán los rusos por las sanciones a la invasión ucraniana, su ausencia ensombrecerá pero no arruinará la temporada, verdadero «periodo de prueba» de cara al verano.
Las vacaciones pascuales en Italia tienen este año otro tono: mientras que en 2021 la festividad se blindaba al virus, declarando todo el país en «zona roja», hoy no rige prácticamente ninguna restricción y hasta la primavera parece llegada para quedarse. Como resultado, las mareas de turistas han vuelto al «Bel Paese» y desde el sector observan las cifras de llegadas y pernoctaciones con el deseo de atisbar un verano que apuntale de una vez por todas la recuperación. En términos de mercado nacional, se espera que 14 millones de italianos tomen las maletas en Pascua -solo es festivo el próximo lunes- y casi todos, un 89,5 % del total, se quedarán en su país, generando ingresos por 7.000 millones de euros, según cifras de la federación hotelera Federalberghi.
A la espera de conocer los datos definitivos, su presidente, Bernabò Bocca, reconoce que esa es «una buena señal» pero pide «no cantar victoria» porque «una nube ha surgido en el horizonte»: la invasión de Ucrania por parte de la Rusia de Vladimir Putin.
«ARRIVEDERCI» A LOS RUSOS
Las restricciones europeas en represalia a la guerra impedirán la llegada de rusos a Italia, que hasta la fecha representaban alrededor del 1,5 % del total de visitantes extranjeros que anualmente pasan por el país mediterráneo. Su ausencia se traducirá en la pérdida de 180.000 pernoctaciones, es decir, 20 millones de euros hasta el 25 de abril, día de la Pascua ortodoxa, explican a Efe desde el sindicato «Assoturismo». Se trata de un escollo en una relación que no hizo más que crecer en las últimas décadas, tal y como demuestran las estadísticas del Ente Nacional del Turismo (ENIT): Al comienzo de la serie histórica, 1997, llegaron a Italia 280.000 rusos, mientras que en el último año sin virus, 2019, superaban el millón (1.043.000).
Pero eran otros tiempos. Hace solo tres años nadie imaginaba o temía un «confinamiento» ni usaba mascarilla y los rusos gastaban en bares, restaurantes, hoteles u otros lugares de asueto italianos unos 984 millones de euros, un monto que este año faltará de nuevo. Los cinco destinos preferidos eran la vetusta Roma, la cosmopolita Milán, la Venecia de los canales, la Florencia renacentista o las playas de Rimini, pero también otros lugares tan paradisíacos como exclusivos, como la isla de Capri, sobre todo en primavera y verano. Ahora tanto Capri como la cercana Ischia, meta tradicional para algunos «grandes gastadores rusos», han registrado «muchísimas» cancelaciones en sus hoteles, según confesó recientemente el gobernador regional, Vincenzo De Luca, restando importancia al tema.
«La falta de turistas rusos obviamente se notará, sobre todo en algunas localidades, pero aunque suponían una cuota significativa de nuestros visitantes, no era la más relevante», explica el presidente de Assoturismo Confesercenti, Vittorio Messina. Este año tampoco se verán a los famosos oligarcas, que elegían los lujos de Cerdeña o de la Costa Amalfitana para su reposo y que han visto como el Gobierno de Mario Draghi se incautaba de sus mansiones y yates por su connivencia con el régimen de Putin.
TURISMO ESENCIALMENTE EUROPEO
Por el momento, los que llegan a Italia para pasar unos días entre arte, cultura y gastronomía son esencialmente ciudadanos europeos, también numerosos españoles, tan frecuentes en ciudades como Roma. Faltan, según los operadores turísticos, los «grandes grupos» extracomunitarios, como chinos, japoneses o coreanos (en 2019, llegaron desde Asia 2,1 millones de viajeros que se dejaron 2.857 millones de euros, de acuerdo a los datos del ENIT). Carla y Marina disfrutan de una soleada jornada a los pies del imponente Panteón de Roma: «Queríamos visitar la ciudad por su historia, pero no hemos viajado hasta que no se ha relajado el tema Covid. Veo la ciudad bastante llena», sostiene a Efe la primera.
Aurora, también española, esperó a la Semana Santa para visitar la Ciudad Eterna, un destino que anhelaba desde hace tiempo. «Se está reactivando bastante el turismo», celebra a los micrófonos de Efe, a dos pasos de una concurrida Plaza de San Pedro del Vaticano. «En esta Pascua se están moviendo los visitantes de Europa occidental y sobre todo italianos. Lo esperado es que la demanda internacional se refuerce de cara al verano, ya que los extranjeros equivalen a la mitad de los turistas estivales», apunta Messina. Todo dependerá, eso sí, de que se siga manteniendo a raya al virus, pero también de otros factores como la inflación o la escalada en el precio de la energía, importantes para el bolsillo del tur/mjista, pero también de la impredecible guerra ucraniana.
Escrito por: Gonzalo Sánchez
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