En 2021, la Defensoría del Pueblo a dado asistencia jurídica a 99 víctimas de trata de personas. Esta es la historia de la Colombiana que pensó que el amor haría cambiar a su esposo.
En el último mes se dio a conocer el caso de una colombiana que se casó con un alemán y que sufrió múltiples agresiones físicas, psicológicas y verbales. El caso que se popularizó por redes sociales puso algunas alertas a las mujeres que quieran viajar a otros países y que pueden ser usadas por redes de tratas de personas.
De acuerdo con El Tiempo, este tipo de violencia que usualmente comienza con un matrimonio servil la han denunciado varias mujeres en el país. Incluso, a finales de julio la Defensoría del Pueblo de Colombia alertó sobre el crecimiento de casos de trata de personas en 2021, ya que en lo que va del año dieron asistencia jurídica a 99 víctimas, comparadas con las 88 que hubo en todo 2020.
Ahora la agencia Efe dio a conocer el caso de una colombiana llamada Sonia, que en el 2013 vivió una situación de abuso por parte de sus esposo italiano, una vez se mudó al país europeo. La historia de la mujer comienza por un contacto en el trabajo que le propuso trabajar con talentos extranjeros.
Sonia trabajaba como representante musical y un amigo que era productor de otro país le propuso que, así como él negociaba con talento colombiano, ella hiciera lo mismo con los europeos. “Le dije que me pasara hojas de vida a ver qué podríamos hacer” y así fue como contacto a Max, su futuro victimario.
Luego de ver las hojas de vida, la representante se contactó con Max y otros músicos italianos para poder realizar un evento. Todo se dio con éxito pero en el proceso el sujeto terminó cortejándola e invitándola a salir. Al comienzo Sonia no estaba muy segura pues tenía tres hijos y estaba divorciada y le temía un poco al amor, pero en un momento y después de dialogarlo con varias personas decidió que ya era momento de darse una nueva oportunidad.
Los primeros meses todo fluyo y Sonia y Max llevaron una muy buena relación. Todo fue tan positivo que se comprometieron y el 27 de diciembre de 2012 se casaron en Colombia. Luego el extranjero viajó para poder resolver sus asuntos personales mientras Sonia arreglaba todo en Colombia para poder ir a vivir a Italia.
A los seis meses la colombiana viajó: “Llegué a España en marzo de 2013. Él me pagó el tiquete y de ahí a Roma lo pagué yo. Normal”. El día en que ella pisó suelo italiano comenzó su drama. “Era invierno, hacía mucho frío, no tenía teléfono y tardó más de una hora en recogerme. Le pedí el teléfono a una azafata y cuando le pregunté por qué no había llegado dijo: ‘¿Y usted qué cree?, yo estoy trabajando’. Llegó tardísimo y yo que pensaba que me tenía un recibimiento”, contó la mujer.
Pero las cosas empeoraron, pues al llegar al apartamento que quedaba en un sexto piso, se dio cuenta que estaba sucio y había ropa, toallas higiénicas y otros elementos.
“Era asqueroso y él lo primero que quiso fue tener sexo conmigo. Yo me negué, estaba de mal humor y cansada. Tenía revuelto el estómago”. El italiano se disculpó, pero ya había sembrado una semilla de desconfianza en ella, además, cuando ella le hizo el reclamo y le pidió limpiar, la respuesta del sujeto fue “para eso estás tú”.
Pero las peleas y discusiones no acabaron ahí, pues un día estaba hablando por teléfono y el hombre enfurecido se lo quitó y la dejó sin contacto alguno. “Me dejó sin cómo llamar, sin internet”. Todas las promesas de trabajar en ese país se difuminaron, de hecho, se enteró de que Max estaba hablando con sus contactos profesionales en Colombia y preguntando sobre sus negociaciones y ganancias. “Cuando le reclamé me dijo que todo lo mío le competía”.
Día a día todo empeoraba, hasta el punto que de acuerdo con las palabras de Sonia, Max abuso de ella de formas muy aberrantes.
“Fui violada. Me decía que las colombianas teníamos que ser mujeres calientes, todo muy denigrante. Usaba jeringas, botellas de gaseosa, era un aberrado. Tenía aparatos ginecológicos, me decía que yo tenía que ser elástica”, narró la mujer con mucha tristeza y agregó que cuando ella se negó a seguir permitiendo todo el maltrato el hombre la comenzó a tratar con malas palabras.
Cansada de la situación y luego de lograr que el sujeto le diera llaves, pues hasta la mantenía encerrada, fue a buscar ayuda al consulado colombiano, pero uno de los funcionarios del lugar justificó el comportamiento del agresor argumentando que debía darle tiempo. Incluso, la justicia le dio la espalda pues “los jueces aquí dicen que las colombianas son prostitutas y ladronas. Llegaron a decir que mi única intención era sacarle plata a mi esposo”.
Al no recibir ayuda y no tener dinero, la colombiana volvió al apartamento y seguía pensando en la forma de escaparse, hasta que un día Sonia estaba escribiendo en el computador de la casa. “Me dijo que qué estaba haciendo y yo le dije que trabajando en mi currículo. Se puso histérico”. Pocos minutos después lo único que sintió fue el dolor que le provocó un golpe en el rostro. “Me pegó con una cafetera. Sentí mucho dolor, pero yo solo pensaba en escaparme”.
Pese a que ella se defendió, el sujeto aprovechando que era más grande la golpeó de múltiples formas hasta dejarla casi sin conciencia, pero cuando Sonia pensaba que todo iba acabar ahí vio un vidrio en el piso y lo amenazó hasta poder llegar a la entrada y escapar. Cuando salió el apartamento, una colombiana la ayudó y la llevó hasta el hospital. En ese lugar la ayudaron, llamaron a la Policía y activaron una ruta de protección.
Finalmente, se enteró de que el sujeto con el que se había casado solo la quería para meterla a un red de trata de personas. Actualmente, ella continúa su demanda contra Max en Italia, pero no ha prosperado y no pudo volver recuperar sus contactos para trabajar en Colombia, pues el sujeto le cerró todas las puertas, incluso, la de su familia con la que hoy en día no se habla.
Fuente: Tiempo
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