A su llegada a Madrid, para la Jornada Mundial de la Juventud
Roma, viernes 19 de agosto de 2011 – Vengo aquí a encontrarme con millares de jóvenes de todo el mundo, católicos, interesados por Cristo o en busca de la verdad que dé sentido genuino a su existencia”.
Estas fueron las primeras palabras de Benedicto XVI a su llegada a Madrid hoy, para la Jornada Mundial de la Juventud, en un discurso en el que el Pontífice alertó especialmente contra las dificultades que experimentan muchos jóvenes cristianos para vivir y manifestar sus creencias, informó la agencia de noticias internacional Zenit.org.
En su breve discurso en el aeropuerto, el Papa Benedicto XVI afirmó que este encuentro mundial de jóvenes trae “un mensaje de esperanza, como una brisa de aire puro y juvenil, con aromas renovadores” que transmiten “confianza ante el mañana de la Iglesia y del mundo”.
El Pontífice quiso resaltar la importancia de la JMJ como expresión pública de la fe de los jóvenes, así como la necesidad en la Iglesia de reforzar esta misma fe, en una época en que estas manifestaciones resultan difíciles.
El Papa señaló, entre los mayores retos que deben superar los jóvenes hoy, además de la crisis y del vacío moral, las dificultades económicas y la incertidumbre, precisamente el de la secularización que pretende ahogar la presencia de lo religioso
No pocos jóvenes, afirmó, “por causa de su fe en Cristo, sufren en sí mismos la discriminación, que lleva al desprecio y a la persecución abierta o larvada que padecen en determinadas regiones y países”.
“Se les acosa queriendo apartarlos de Él, privándolos de los signos de su presencia en la vida pública, y silenciando hasta su santo Nombre”.
En este contexto, subrayó, “es urgente ayudar a los jóvenes discípulos de Jesús a permanecer firmes en la fe y a asumir la bella aventura de anunciarla y testimoniarla abiertamente con su propia vida. Un testimonio valiente y lleno de amor al hombre hermano, decidido y prudente a la vez, sin ocultar su propia identidad cristiana, en un clima de respetuosa convivencia con otras legítimas opciones y exigiendo al mismo tiempo el debido respeto a las propias”.
“Yo vuelvo a decir a los jóvenes, con todas las fuerzas de mi corazón: que nada ni nadie os quite la paz; no os avergoncéis del Señor”, exhortó el Papa.
Por su parte, el Rey de España, en su discurso de bienvenida, insistió en la preocupación por la crisis de valores que atraviesa hoy la sociedad: “No son estos tiempos fáciles para una juventud tantas veces frustrada por falta de horizontes personales y laborales, y que se rebela ante los graves problemas que aquejan al ser humano y al mundo de hoy», reconoció el monarca.
Los jóvenes hoy necesitan «no sólo oportunidades, sino también la ejemplaridad de sus mayores; no sólo razones, sino actitudes que motiven, llenen e impulsen su existencia y alienten su esperanza». «Sentir el anhelo de lo que es realmente grande, forma parte del ser joven», añadió.