Entre la más común y destacada enfermedad hepática no alcoholica encontramos el hígado graso no alcohólico, llamada así porque su aparición nada tiene que ver con la excesiva ingesta de alcohol. Este trastorno, se caracteriza por la acumulación anormal de grasa en las células del hígado o hepatocitos. Este proceso suele tardar en diagnosticarse, puesto que se trata de una enfermedad silenciosa que apenas presenta síntomas, más allá de la sensación de presión o dolor en el abdomen, fatiga, o pesadez despues de las comidas.
Este trastorno si se mantiene en el tiempo comporta un fallo general de las funciones del hígado, llegando incluso a comprometer la vida del paciente, a este estado inflamatorio intermedio se le conoce como esteatosis hepática no alcoholica (EHNA).
Una de las principales causas desencadenantes es la obesidad, especialmente cuando la acumulación se realiza en los tejidos de la zona central o abdominal. De hecho, según datos reportado por la OMS actualmente existen 400 millones de adultos con este trastorno de los cuales en un 80% son obesos. Por lo tanto los hábitos alimenticios tienen un papel muy importante a la hora de prevenir y frenar la evolución de esta dolencia.
Otra causa frecuente es la diabetes mellitus tipo 2, a menudo tambien asociada a la obesidad y cada vez mas comun como consecuencia de la occidentalizacion del estilo de vida en el mundo.
El aumento de los casos de sobrepeso / obesidad unido a un cambio en la dieta hacia comidas ricas en grasas saturadas y azúcares refinados, y la disminución de la actividad física han hecho si que los casos de diabetes mellitus tipo 2 y esteatosis hepática hayan aumentado considerablemente.
Como tratarlo:
En el caso de las personas con sobrepeso u obesidad, lo primero que hay que hacer es perder kilos y cambiar los hábitos alimenticios. La perdida de peso debe ser lenta y seguida, es decir perder entre el 6 – 12% del peso en un período de 6 a 12 meses, de esta forma estaremos seguro que tanto la persona como su organismo se adapten adecuadamente al cambio que se esta llevando a cabo y obtener mejores resultados y más duraderos en el tiempo.
De lo contrario se ha observado que las pérdidas bruscas de peso, pueden llegar a empeorar el daño hepático.
En el caso de tener hígado graso debemos:
• Realizar una dieta hipocalorica de 1200 – 1500 calorías
• Aumentar el consumo de fibra dietética en nuestra alimentación diaria
• Reducir la ingesta de carbohidratos simples (azúcares, dulces, tortas, postres, etc): el excesivo consumo de los azucares, obliga al organismo a producir mayor cantidad de insulina, hormona encargada de trasportar este azúcar hasta el interior de la célula. Por lo tanto mayor cantidad de azúcar mayor desencadenamiento de insulina una hormona que sitetiza la grasa a nivel celular por lo cual acumulamos más grasa abdominal.
• Reducir al máximo la ingesta de grasas saturadas (frituras, lácteos enteros, embutidos, mantequillas, manteca, quesos amarillos)
• Ayudarnos con el diente de león: (Taraxacum officinalis) una planta coléretica capaz de estimular la función hepática y aumentar la cantidad de bilis que segrega el hígado, gracias a los principios amargos que contiene como la cumarina. Esta planta es un aliado depurativo.
• Ayudarnos con el Boldo: (peamus boldus): es otra excelente planta para depurar el hígado. Originaria de Chile, su acción colagoga contribuye a estimular el vaciado de la vesícula biliar al duodeno. También tiene propiedades coléreticas, por lo que está muy indicada en el tratamiento reparador de trastornos hepáticos.
• Como complemento del tratamiento depurativo: es aconsejable fortalecer la salud del hígado con otras plantas como el cardo mariano (sylibum marianum), cuya sustancia antioxidante llamada silimarina tiene la capacidad de regenerar las células hepáticas dañadas por agentes tóxicos o la alcachofa (Cynara scolymus), que tiene la facultad de regular la secreción biliar del hígado y las propiedades regenerativas de las células hepáticas y sus propiedades colagogo – coléricas contribuyen a eliminar el colesterol.
• El ejercicio físico, especialmente el aeróbico (caminar, correr, nadas, bicileta), ayuda a disminuir los niveles de azúcar en la sangre, a diminuir los niveles de insulina, quemar mas calorías, aumentar el metabolismo y perder peso y grasa corporal por lo cual es indispensable para quien sufre de hígado graso no alcohólico.
Alimentos si:
Fibra: fruta, verdura, harinas integrales (arroz integral, pan integral, pasta integral, centeno, salvado de avena), legumbres.
Acidos grasos monoinsaturados: aceite de oliva, aguacate y aceitunas
Ácidos grasos poliinsaturados: pescado azul, aceites de semilla (girasol, maiz, soja) frutos secos (almendras, nueces) , margarinas vegetales y aceite de higado de bacalao.
Alimentos No:
Harinas refinadas: pan blanco, reposteria, arroz blanco
Alimentos ricos en azúcar: refrescos, bebidas alcohólicas, bebidas azucaradas (ej jugos industriales)
Ácidos grasos saturados: carnes, embutidos, lacteos completos, huevos
Ácidos grasos trans: pastelería industrial, precocinados, helados, pasapalos / tentepiès, salsas
Lic. Rosisella Puglisi
@rosisellap