Italia atisba una «desaceleración» inicial de la segunda ola de la pandemia de coronavirus, se observa una reducción en los ingresos en cuidados intensivos pero los contagios siguen siendo altos.
La segunda ola de la pandemia de coronavirus en Italia experimenta actualmente una «desaceleración» que todavía debe ser reforzada pero que demuestra que las medidas impuestas funcionan, tal y como han defendido este sábado los expertos que asesoran al Gobierno.
El presidente del Consejo Superior de Sanidad, Franco Locatelli, explicó en rueda de prensa que ayer por cuarto día consecutivo se observó una reducción en los ingresos en cuidados intensivos y además se vio una contracción del índice de transmisión del virus.
«Esto indica que la estrategia llevada a cabo funciona y se da una desaceleración del Coronavirus que obviamente aún debe ser confirmada», sostuvo.
Este frenazo en el avance de la pandemia sin embargo no significa que la curva esté reduciéndose, avisó por su parte el presidente del Instituto Superior de la Sanidad, Silvio Brusaferro. «El número de contagios todavía es significativo y por lo tanto no debemos bajar la guardia», advirtió.
El director de Prevención del Ministerio de Sanidad, Gianni Rezza, habló de «una aparente tendencia de disminución» en el ratio de transmisión del virus pero subrayó que en cualquier caso hacen falta dos semanas para confirmarlo.
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Italia ha registrado entre el jueves y el viernes 40.902 nuevos contagios, el mayor dato de toda la crisis, aunque ahora se hacen muchas más pruebas, y además 550 personas han perdido la vida en un día.
Son cifras muy elevadas que dan muestra de la velocidad de avance del virus, sobre todo si se tiene en cuenta que a finales del mes de septiembre se anotaban menos de dos mil casos diarios.
Para frenar al virus el Gobierno ha decretado -en principio- hasta el 3 de diciembre un toque de queda nacional entre las 22.00 y las 5.00 horas (21.00-4.00 GMT), ha restringido los horarios de la restauración y ha cerrado cines, teatros, gimnasios o piscinas.
Pero sobre todo ha impuesto un sistema con tres niveles de restricciones a nivel regional -rojo, naranja y amarillo- para imponer las más severas a los territorios más perjudicados y evitar un cierre total del país, lo que penalizaría a los menos infectados.
Las regiones «rojas» viven prácticamente un confinamiento anti Coronavirus, menos severo eso sí que el de la pasada primavera.
En estos momentos son siete las regiones en este nivel: Lombardía, Piamonte, Valle de Aosta, Toscana, Trentino-Alto Adige (norte), y las sureñas Campania y Calabria (este última por su precario sistema hospitalario).
El objetivo del Ejecutivo nacional es frenar la pandemia en todo el país en el mes de diciembre para salvar la Navidad.
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