Roma, 31 de mayo de 2010 – Es justo dar vida a práxis administrativas que garanticen la legalidad de la inmigración y tutelar los derechos de asilo, de los refugiados y las reunificaciones familiares.
Lo indicó el 28 de mayo Benedicto XVI, al recibir en audiencia a los participantes de la plenaria del Pontificio Consejo para los Migrantes e Itinerantes que ser realizó la semana pasada en el Vaticano y a quienes recibió en la Sala Clementina del Palacio Apostólico.
El Papa subrayó la importancia de la consecución de “un orden social mundial basado en la paz, en la fraternidad y en la cooperación de todos”, a través de “ordenamientos a nivel nacional e internacional que promueven el bien común y el respeto de la persona”.
“En efecto, se pueden ofrecer perspectivas de convivencia entre los pueblos a través de líneas prudentes y concertadas para la acogida y la integración, permitiendo ocasiones de entrada en la legalidad, favoreciendo el justo derecho a la reagrupación familiar, al asilo y al refugio, compensando las necesarias medidas restrictivas y persiguiendo el despreciable tráfico de personas”.
Las organizaciones internacionales, “en cooperación entre ellas y con los Estados, pueden proporcionar su peculiar aportación a la hora de conciliar, de diversas formas, el reconocimiento de los derechos de la persona y el principio de soberanía nacional, con referencia específica a las exigencias de la seguridad, del orden público y del control de las fronteras”, añadió.
Derechos y deberes
Los derechos fundamentales de la persona, afirmó el Papa, “pueden ser el punto focal del compromiso de la corresponsabilidad de las instituciones nacionales e internacionales”.
Especialmente, Benedicto XVI subrayó la importancia de la “apertura a la vida, que está en el centro del verdadero desarrollo», así como las políticas “a favor de la centralidad y la integridad de la familia”.
“Es evidente que la apertura a la vida y los derechos de la familia deben ser reafirmados en los diversos contextos, pues en una sociedad en vías de globalización, el bien común y el compromiso por éste no pueden dejar de asumir las dimensiones de toda la familia humana, es decir, de la comunidad de los pueblos y de las naciones”.
Concluyó invitando a los presentes y a cuantos trabajan en este sector a “sensibilizar, a las organizaciones que se dedican al mundo de los migrantes e itinerantes, hacia formas de corresponsabilidad”.
“Este sector pastoral está ligado a un fenómeno en continua expansión y, por tanto, vuestro papel deberá traducirse en respuestas concretas de cercanía y de acompañamiento pastoral de las personas, teniendo en cuenta las diversas situaciones locales”, añadió.