‘Tengo la suerte de trabajar en la ciudad más bella del mundo’
Roma, febrero de 2012 – El policía municipal de Roma, Luis Felipe de la Torre Ugarte, nacido en Lima y en Italia desde hace más de 25 años nunca había pensado de vivir en la Ciudad Eterna.
El destino, por así decir, lo agarró por el corazón. Todo inició con una italiana que conoció en España, cerca de Barcelona, relación que con el tiempo creció y se tradujo en un viaje juntos hacia Estados Unidos.
Su compañera vuelve a Roma y Felipe se queda allá a trabajar. A un cierto momento sin embargo, decide que es necesario tomar una decisión: vuelve a Italia para casarse y vivir con ella.
Pocos años después de su matrimonio en el Campidoglio, adquiere la ciudadanía italiana.
“Primero hice trabajitos saltuarios” nos indica, pero gracias a su optimo inglés pasa a trabajar para la American Express. Este tipo de trabajo entretanto no lo satisface.
Quizás algo en su Dna, visto que su papá era oficial médico en la policía de Perú. Un día supo que se realizaba un concurso para entrar en los ‘vigili urbani’. Muchos lo desaniman: “los cupos son 1300 para más de 50 mil concursantes” le dicen. Él estudia, se presenta y supera los difíciles exámenes.
Aquí se abrieron diversas actividades. La primera y quizás por eso Felipe se la recuerda más fue en la ‘Sala radio della Lupa’, central que coordina las patrullas y motos de los vigilantes. Desde allí partió un recorrido que hoy lo ha llevado a ser dirigente de la policía municipal en una de las sedes de la Comuna de Roma.
Su italiano es casi perfecto. “Pocos se dan cuenta que soy extranjero –nos cuenta- y al límite me preguntan si soy veneto o sardo”.
Mientras vamos caminando por la calle y me cuenta algunos episodios de su vida llega un señor que en inglés le pide informaciones, y otro que en italiano quiere saber el itinerario de un autobús. Las respuestas son perfectas.
Pero confiesa “no ha sido todo fácil, particularmente entrar en la mentalidad del pueblo italiano, llena de matices”.
Su trabajo le gusta particularmente “por las responsabilidades que comporta”.
En estos años diversas personas le agradecieron por su intervención, pero él no se jacta: “Entiendo la gratitud pero hice solamente mi trabajo”.
En una ocasión el policía peruano creó puente con España. El sindicato de los policías Ospol le dio el encargo de tomar contacto con la policía de Madrid. Felipe fue a España y organizó un encuentro con los colegas Ibéricos.
El destino, como siempre, es extraño y Felipe pierde a su gran amor, su esposa, y se queda viudo. El dolor es grande, mismo si está su hijo que hoy con 26 años estudia física en la universidad.
Y a pesar de todo nos dice: “Tengo la suerte de trabajar en una ciudad como Roma, entre las más bellas del mundo”.
H. Sergio Mora.