La periodista fue testigo de la paliza en la metro que le dieron a una gitana que estaba robando una billetera y tenía en sus brazos una bebé, al ver la escena intervino y fue atacada e insultada por los demás pasajeros: protagonista de lo que sucedió en Roma, una periodista de Rai, Giorgia Rombolà de Rainews, quien contó todo en un largo post en Facebook. Y después de haberlo escrito en las redes, a su vez fue atacada con comentarios, hasta que tuvo que cerrar su perfil para poner fin a los insultos.
Lo que sucedió, Giorgia lo escribió después de sentirse mal y sorprendida por lo que sucedió ante sus ojos en la línea A del metro de Roma.
«Esto me sucedió a mí, y no a otra persona – escribe Rombolà – Ocurrió a las 14.30 pm en la metro la línea A del metro de Roma. En la parada Fermi: gritos, bullicio y el desesperado llanto de una bebé. Una mujer joven gitana que trata de robar la billetera de alguien. La atrapan y así nace una fuerte pelea, empiezan a empujarla, la niña que tiene en brazos de (3/4 años) cae, y golpea su cabecita».
La gitana que intenta robar, los golpes a pesar de que tenia su hija pequeña en sus brazos, la niña que se cae y se lastima, pero no solo.
«Hay vigilantes para inmovilizar a la jóven, pero este hombre medio metro más alto que ella, robusto (la víctima del intento de robo) no le basta. Él quiere castigarla. La golpea violentamente, incluso en la cabeza. Le agarra por el cabello. Él la empuja hasta que la golpea en la pared, dos, tres, cuatro veces. La bebé llora, él la tira al suelo «.
La historia continúa: «Yo grito: ‘No puedes pegarla, no puedes pegarla’. Pero no se detiene. Grito aún más fuerte, como una loca. Me acerco y trato de que la deja. Solo que ahora creo que con esa rabia podría hacerme daño a mi también y matarme, golpeándome con un puño. «Basta, basta», grito. Los vigilantes logran llevarse a la jóven. Él se va gritando, yo me subo a la metro «.
Y en ese punto, la peor parte: Giorgia, vista como la que ha defendido a los gitanos de una agresión exagerada, es atacada a su vez. «Y en ese momento me rodean. Un tipo que me insulta dándome de la pu … dice que el hombre lo hizo bien, que así esa pende … aprende. Dos mujeres (incluida una extranjera) dicen que es necesario hacerlo, que obviamente nunca me han robado nada. Argumento de que ya existían vigilantes, que lo hice por respeto, especialmente por la niña. Dicen que ‘a quien le importa’ de la niña, dado que también los niños roban, incluso a los pequeños les pegan y enseñan a robar. Un jóven dice si me robaba a mi, sabes cuántos golpes le daban».
«Me peleo con ellos, pero estoy rodeada. También gritan desde los vagones cercanos. Y me llaman comunista de mierda, radical chic, porque no vas a ganarte el dinero en lo que eres buena … Cerca de mí, nadie que me defienda no digo a mi, sino a mis argumentos. Miro a mi alrededor, buscando una mirada que me muestre silenciosamente la cercanía. Nada.
Quien no me insulta, se ve entretenido por lo sucedido o tiene la mirada en el suelo. Me dejaron un puesto, me siento petrificada, concluye su historia: hay un tipo que sigue insultándome. Dice que está orgulloso de ser vulgar. Y dice que tal vez nos volvamos a encontrar, quién sabe, tal vez bajemos a la misma parada. Camino a casa, me doy cuenta de que tengo miedo, miro hacia atrás. Y me pongo a llorar. Porque hasta ahora esta ferocidad la había solo leído en los periódico, y como periodista se lo había contado a toda Italia. Y esto, en cambio, me pasó a mí».
Giorgia Rombolà
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