El ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi acudió hoy a la sede de los ultraderechistas Hermanos de Italia en Roma para reunirse con su líder, Giorgia Meloni, tras días de tensiones entre ambos a cuenta de la formación del Gobierno.
El magnate, jefe del partido conservador Forza Italia, llegó en coche a la sede de Hermanos de Italia en la romana Vía della Scrofa, en el centro de la capital y en la que tuvo que cortarse el paso ante la presencia masiva de los medios de comunicación. El encuentro se vivió con una gran expectación porque las tensiones entre ambos de los últimos días habían hecho tambalear la coalición de derechas que comparten con el ultraderechista Matteo Salvini y que resultó ganadora de las últimas elecciones generales.
Meloni, la más votada en los comicios con un 26 % de los votos, se encuentra preparando la estructura de su futuro Gobierno a la espera de que el jefe del Estado, Sergio Mattarella, le encargue su formación en los próximos días. Pero Berlusconi ha mostrado su desacuerdo con el reparto de poder y de ministerios que Meloni está organizando. Primero porque la presidencia de las dos sedes del Parlamento, el Senado y la Cámara de los Diputados, ha recaído en los partidos de Meloni y Salvini: en el primero se eligió a Ignazio La Russa de Hermanos de Italia y en la segunda a Lorenzo Fontana de la Liga, excluyendo así al partido de Berlusconi.
Por otro lado, el empresario y tres veces primer ministro italiano no ha escondido su enfado porque Meloni se niegue a dar un ministerio a Licia Ronzulli, una de sus más próximas colaboradoras. Así, en el primer día de legislatura, Berlusconi llegó a dedicar un “vaffanculo” (a tomar por el culo) desde su escaño en el Senado, donde regresó nueve años después de ser expulsado por su condena por fraude fiscal en el conocido como “Caso Mediaset”.
Y después dejó ver a la prensa unos apuntes en los que criticaba abiertamente por escrito a Meloni: “Obstinada, prepotente, arrogante y ofensiva. Ninguna disposición al cambio. Con ella no se puede estar de acuerdo”, se leía en su cuaderno. Poco después Meloni le respondió con su habitual tono cáustico y visiblemente irritada: “Le faltaba un punto: que no soy chantajeable”, dijo ante los medios, entrando en su coche. Esta mañana Guido Crosetto, uno de los hombres más próximos a Meloni, abogó por la concordia.
“Creo que para cualquiera es difícil no encontrarse en la posición de repartir las cartas. Lo es para una persona normal, imagínate para alguien como Berlusconi que ha hecho cosas extraordinarias como líder en todos los sectores”, dijo a “Il Corriere della Sera”. Berlusconi cree que debe ser tratado igual que Salvini, pues ambos recibieron en torno a un 8 % de los votos, y presiona para conseguir el mayor poder posible en el futuro Ejecutivo, consciente de que sus senadores y diputados son esenciales para su investidura.
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