Zaragoza es la ciudad de España donde más nicaragüenses viven. Su presencia se ha multiplicado: en 2004 vivían 77 ‘nicas’ en la capital aragonesa y ahora más de 4.000.
La crisis económica ha frenado la llegada de inmigrantes a Zaragoza. El 1 de enero de 2011 había 76.511 extranjeros empadronados en la ciudad, casi la misma cifra que en 2010 (75.930). Solo hay un colectivo que crece de manera espectacular: los nicaragüenses, que han hecho de Zaragoza la capital ‘nica’ de España.
En Zaragoza, hay 3.891 nicaragüenses empadronados, aunque según la Asociación de Nicaragüenses de Aragón pueden vivir aquí el doble. Es la ciudad española que acoge a más ciudadanos de este país centroamericano. En Madrid, por ejemplo, viven 1.949 nicaragüenses y en Barcelona, 395, según los últimos datos del padrón.
Lo más curioso de este fenómeno migratorio es que no se corresponde con la llegada de inmigrantes de otros países. La presencia de otros latinos en Zaragoza, como ecuatorianos o colombianos, ha descendido, mientras que la llegada de nicaragüenses ha sido más tardía y no deja de crecer.
En 2004, había 77 nicaragüenses empadronados; en 2006, 517; en 2008, 2.358; en 2010, 3.375 y en 2011, 3.891 personas. Los ‘nicas’ ya son el sexto país más numeroso entre los extranjeros residentes en Zaragoza, tras rumanos, ecuatorianos, marroquíes, colombianos y chinos.
Este crecimiento de la inmigración nicaragüense puede deberse a varios factores. “Influye mucho el hecho de que están exentos de visado para entrar en España. Vienen directamente como turistas o entran a través de otro país del espacio Schengen, como Francia”, afirma Alfredo Herranz, abogado asesor de la Plataforma de Inmigrantes de Aragón. “El idioma les facilita la integración. Esperan a llevar tres años empadronados para solicitar los papeles por la vía del arraigo social”, añade.
El número de mujeres triplica al de hombres: 2.939 frente a 952. La mayoría se dedica al servicio doméstico. Y, curiosamente, muchos nicaragüenses afincados en Zaragoza proceden de la ciudad de Chinandega. “Hace años, la Agencia Española de Cooperación construyó un hospital en esta ciudad. Este proyecto provocó después un intercambio de personal sanitario. Algunos nicaragüenses vinieron a Zaragoza y se quedaron, y sirvieron de referencia a otros conocidos que fueron llegando”, cuenta Alfredo Herranz. Además, la ciudad de Zaragoza está hermanada oficialmente con la de León de Nicaragua. Aunque, en la actualidad, llegan nicaragüenses de todo el país, fundamentalmente por motivos económicos.
“Huimos de las tragedias naturales, económicas y sociales”
Lester Gaitán, de 42 años, llegó en septiembre de 2006. “Vine a Zaragoza, porque aquí tenía un amigo, que me recibió y me ayudó mucho al principio. Buscaba un futuro mejor para mi familia. Nuestro país siempre está en crisis. Los nicaragüenses hemos sufrido muchas tragedias naturales, económicas, sociales, la guerra de los años 80…”, cuenta Lester, casado y con tres hijos, que también viven ahora en Zaragoza.
“Vine como turista, como todos, desde Managua a Madrid. Lo primero que hice al llegar a Zaragoza fue comprarme un móvil y empadronarme. Vivía en un piso de dos habitaciones con 12 personas. Pronto conseguí trabajo en un bar y me hicieron los papeles”, cuenta. Dos años después llegó su familia y él ya ha solicitado la nacionalidad española. Ahora trabaja en un bar en La Almozara.
¿Por qué tantos ‘nicas’ eligen Zaragoza? “Porque aquí nos sentimos como en casa, nos ayudamos unos a otros. Es una ciudad bien ubicada, entre Madrid y Barcelona. Es una ciudad segura y de tamaño medio, muchos tienen miedo a las grandes ciudades. Y antes, se podía encontrar trabajo. Ahora no. Ahora hay muchos hombres nicaragüenses desesperados. Para ellos es más difícil que para las mujeres”, explica Lester, vicepresidente de la Asociación de Nicaragüenses en Aragón.
La asociación organiza fiestas, actividades culturales y deportivas (tienen varios equipos de fútbol y sófbol, masculinos y femeninos). También reclaman una oficina consular en Zaragoza, ya que aquí vive la mayor comunidad nicaragüense de España.
Su mujer, Ángela, regenta un locutorio en la calle Cereros, en el barrio de San Pablo. Es un pequeño local, con cabinas, ordenadores, un rincón con productos ‘nicas’ (plátanos, mangos, harina de maíz, ungüentos, etc.), cuadros, una gran tele y mucha calidez. “En los locutorios se vive la realidad de la inmigración. Viene gente a llamar por teléfono, a reír, a llorar, a enviar dinero a su familia, a ver los canales de televisión de Nicaragua, a celebrar fiestas”, cuenta. Tienen hasta una Virgen, a la que honrarán el próximo 8 de diciembre y celebrarán la fiesta de la Purísima o ‘la gritería’.
El futuro de esta familia está en Zaragoza. “Mis hijos lloraban los primeros meses porque extrañaban Nicaragua. Ahora no se quieren ir, aquí tienen sus amigos. Nos quedamos a vivir aquí, pero nunca se sabe”, afirma Lester.
Fuente: Heraldo
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