Roma, 7 de mayo –
Los inmigrantes inscritos a los sindicatos superan el millón. Según los datos del Dossier Caritas, en el 2008 en Italia son unos dos millones los ciudadanos no italianos con un trabajo regular. Esto significa que aproximadamente un inmigrante de cada dos está afiliado a un sindicato.
Son obreros, empleados y profesionales extranjeros que necesitan la tutela extra, en una Italia que se aprovecha con leyes, normas y empleadores inescrupulosos.
La sindicalización de los inmigrantes es más alta respecto de la registrada entre los italianos, visto que de 23 millones de empleados, según los datos ISTAT del cuarto trimestre 2009, los inscritos activos son casi 7 millones, vale a decir el 30 por ciento.
¿Por qué una diferencia tan notable?
¿El trabajador extranjero tiene más dificultad en defender sus derechos y conquistar nuevos o se siente atrapado en las redes de las normativas?
Según un reciente estudio del ‘Istituto di Ricerche Economiche e Sociali’ del sindicato Cgil, “el sistema normativo creó una categoría de personas más inseguras, más chantajeables, con derechos y tutelas a término, extremamente sujeta a las variaciones del sistema económico”. En este contexto se insertan los 380 mil inmigrantes inscritos a la Cgil en el 2009, los 379 mil de la Cisl, los 206 mil de la Uil y los 123 mil de la Sei Ugl.