“¡Viva la Virgen de Guadalupe!” fue el grito emocionado que dio el Papa Francisco desde el Palacio Apostólico del Vaticano este 12 de diciembre, al celebrar a Nuestra Señora de Guadalupe.
La Virgen de Guadalupe en el Vaticano
En sus palabras posteriores al rezo del Ángelus, ante los fieles congregados en la Plaza de San Pedro, el Santo padre expresó su afectuoso saludo “a las comunidades de todo el continente americano y de las Filipinas – ¡cuántas banderas de Países americanos! -, que se han reunido aquí en la Plaza de San Pedro a rezar el Rosario para honrar a la Virgen de Guadalupe, y para consagrarse a ella”. “¡Los felicito! Felicito a ustedes que con este gesto se han unido a quienes desde Alaska hasta la Patagonia festejan a Santa María de Guadalupe, Madre del verdadero Dios por quien se vive, cada 12 de diciembre”, expresó, recordando las palabras de Santa María al indio San Juan Diego.
El 12 de diciembre la Iglesia Católica celebra a Nuestra Señora de Guadalupe, aparecida en el cerro del Tepeyac al indio San Juan Diego en tres ocasiones, entre el 8 y el 12 de diciembre de 1531. En sus apariciones, Santa María le pidió a San Juan Diego que interceda ante el primer Obispo de México, el franciscano Fray Juan de Zumárraga, para que se construya un templo en el llano al pie del cerro del Tepeyac. Como prueba de la veracidad de la aparición, la Virgen María le encargó al indígena que lleve las flores de un rosal aparecido milagrosamente en el árido Tepeyac. Cuando San Juan Diego presentó las flores al Obispo, su tilma, la tela en la que las llevaba, quedó impregnada con la imagen de la Virgen de Guadalupe.
La tilma de San Juan Diego se conserva 490 años después en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, en Ciudad de México. En su mensaje de este 12 de diciembre, el Papa Francisco subrayó que “la Virgen de Guadalupe y San Juan Diego nos enseñan siempre a caminar juntos, desde las periferias hasta el centro, en comunión con los sucesores de los Apóstoles, que son los obispos, para así ser Buena Noticia para todos”. “Esta experiencia debe repetirse una y otra vez; de este modo, Dios que es comunión, animará la conversión y la renovación de la Iglesia y de la sociedad que tanto necesitamos en las Américas – la situación de tantos Países americanos es muy triste -, y también necesitamos en el mundo”, dijo.
El Santo Padre expresó además su alegría porque “con actos de fe y de testimonio público como el que ustedes han realizado hoy comencemos a preparar el Jubileo Guadalupano del 2031 y el Jubileo de la Redención del 2033 – tenemos que mirar adelante siempre”. El Papa se refirió así al trabajo que realiza la Iglesia Católica en México, plasmado de forma particular en su Proyecto Global de Pastoral 2031+2033, que apunta a preparar el camino para la celebración de los 500 años de las apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe en el cerro del Tepeyac, al norte de la Ciudad de México, y los 2000 años del nacimiento de Jesús, el 2033.
“Todos juntos: ¡Viva la Virgen de Guadalupe!”, gritó el Santo Padre, recibiendo como respuesta de los fieles “¡Viva!”. Al culminar sus palabras, y antes de despedirse de los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Santo Padre alentó a saludar «una vez más a Nuestra Señora de Guadalupe: ¡Viva la Virgen de Guadalupe!».
Por: David Ramos
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