La primera ministra Meloni se reunió con los partidos en la Cámara Baja con quienes resolvió algunos puntos, sin embargo, se opusieron a reformar la figura del Ejecutivo. La líder socialdemócrata, Elly Schlein, propuso medidas como aumentar la representatividad parlamentaria con listas abiertas, leyes de iniciativa popular o el referéndum.
La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, celebró este martes una ronda de consultas con los líderes de los partidos de la oposición para abordar un ambicioso plan de reformas constitucionales que tiene, entre sus prioridades, reducir la inestabilidad política de Italia.
«La inestabilidad lleva a que el sistema no funcione«, alertó Meloni este martes en una excepcional rueda de prensa con pregunta en la que deseó que Italia se parezca a otros países con una «democracia madura en la que los Gobiernos no cambien cada año«.
Antes, la primera ministra se reunió en la Cámara de Diputados con los líderes del Partido Democrático (PD) y el Movimiento 5 Estrellas, entre otros, quienes acordaron resolver esa cuestión, pero se opusieron a otros puntos de su propuesta como reformar la Jefatura de Estado.
«Ha sido un diálogo abierto, franco y colaborativo«, celebró Meloni al hablar de un proyecto de reformas para el que, de momento, solo hay intenciones y ninguna medida concreta.
Además de impedir la frecuente caída de los Gobiernos en Italia, que ha visto 68 Ejecutivos en menos de ocho décadas de democracia, el plan propuesto por Meloni apuesta también por una elección directa del Presidente de la República y por entregar más competencias a las regiones.
UNA COMISIÓN PARA LA ESTABILIDAD POLÍTICA
La ultraderechista no dudó a la hora de comparar Italia con Francia y Alemania al exponer los motivos por los que su país se está quedando atrás en el plano económico: «Si yo gobierno con la idea de ir a las urnas priorizo los asuntos más inmediatos y ese es el motivo por el que, por ejemplo, no hay un plan industrial para Italia».
Minutos antes, la líder de los socialdemócratas, Elly Schlein, principal grupo de la oposición, trató de marcar distancias con Meloni, pero admitió estar de acuerdo en tratar de poner algún freno a la volatilidad política.
«Para reforzar la estabilidad y evitar crisis (de Gobierno) en la oscuridad, podemos razonar sobre la moción de censura constructiva«, indicó la líder de la oposición sobre un procedimiento utilizado en el parlamentarismo alemán y español.
Sin embargo, Schlein sumó a esa intención una serie de medidas que «aumenten la representatividad» parlamentaria como las listas abiertas, las leyes de iniciativa popular o el referéndum.
Para dirimir las reformas, el ex primer ministro italiano Giuseppe Conte, líder del populista Movimiento 5 Estrellas, propuso crear una comisión parlamentaria para estudiar las posibles reformas, un planteamiento al que también se sumaron los centristas de Azione e Italia Viva.
«Decimos sí al debate, pero si es un debate real y no predeterminado. Si han decidido cómo va a acabar, no es un debate de verdad», aceptó a regañadientes Schlein.
LÍNEA ROJA: LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA
Donde no hubo punto de acuerdo es en «tocar» la figura del Presidente de la República, cargo que ostenta Sergio Mattarella desde 2015 y que, aunque acumula importantes poderes como la disolución del Gobierno, tiene pocas competencias en el día a día político.
Meloni apuesta por modificar la elección del jefe de Estado, que ahora elige el Parlamento cada siete años, para hacerla mediante sufragio universal directo, como en Francia, aunque sin atribuir nuevas competencias de momento. «No se toca al Presidente de la República, en su papel de garante de la Constitución y representante de la unidad nacional», zanjó Schlein en declaraciones a la prensa tras la ronda de reuniones.
Tampoco Conte se mostró dispuesto a tratar este asunto: «Nos importa mucho la función del presidente de la República, que es una garantía y sirve para la cohesión nacional, tiene un papel clave». Y Carlo Calenda, exministro y líder del centrista Azione remató la postura de la oposición: «Lo importante es que el Jefe de Estado no se toca, para nosotros es una línea roja».
El otro punto de desacuerdo concierne la controvertida reforma de la «autonomía diferenciada», defendida con ímpetu por Matteo Salvini, líder de la Liga y vicepresidente del Gobierno, y que pretende entregar competencias como la sanidad o educación a las regiones que lo soliciten, incluso de manera asimétrica.
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