El presidente de la República italiana, Sergio Mattarella, estudia hoy la convocatoria de elecciones anticipadas, que se celebrarán presumiblemente en septiembre próximo, tras la caída del Gobierno de «unidad nacional» de Mario Draghi, forzada el enfrentamientro de sus aliados de la derecha y el populista Movimiento 5 Estrellas (M5S).
Mattarella recibirá esta tarde a los presidentes del Senado y de la Camara de Diputados para establecer el procedimiento para adelantar los comicios, que debían convocarse en marzo próximo, al término de una legislatura con tres Ejecutivos, el último de los cuales se formó hace 17 meses con Draghi al frente para afrontar la emegencia sanitaria y la gestión de los millonarios fondos europeos de recuperación. El primer ministro, que se mantiene en funciones para los asuntos corrientes, dimitó hoy después de que la conservadora Forza Italia (FI) de Silvio Berlusconi y la ultraderechista Liga de Matteo Salvini se sumasen paradójicamente a su gran rival, el M5S de Giuseppe Conte, y los tres le retirasen su apoyo en la moción de confianza votada este miércoles en el Senado.
«Gracias, incluso los banqueros centrales usan su corazón. Gracias por esto y por lo que hemos hecho juntos», dijo esta mañana antes de acudir al Quirinal un Draghi emocionado cuando fue recibido con aplausos y con numerosos diputados puestos en pie. Son «aplausos de cocodrilo», dijo, sin embargo, el líder del progresista Partido Demócrata (PD), Enrico Letta, uno de los más firmes defensores de Draghi y cuya alianza en las pasadas elecciones con el M5S, que les proporcionó buenos resultados frente al centroderceha, se encuentra ahora en duda.
Draghi fue ayer al Senado para intentar reconstruir la coalición de unidad nacional que le apoyaba y ganó la moción de confianza con 95 votos a favor y 38 en contra -aunque sólo votaron 133 del total de 320 senadores-, pero terminó perdiendo el apoyo del M5S, FI y la Liga. El economista encabezaba una coalición de unidad nacional desde febrero de 2021 en la que estaban casi todos los partidos del hemiciclo, excepto los ultras Hermanos de Italia de Giorgia Meloni. La semana pasada la crisis se desató en su coalición después de que el M5S no votara otra moción de confianza, desmarcándose del resto de sus socios, lo que empujó a Draghi a presentar una dimisión que hoy ha confirmado.
Berlusconi y Salvini ven con buenos ojos la convocatoria de elecciones anticipadas, una opción que desde hace días exige su socia electoral y líder ultra Meloni, sola en la oposición y primera fuerza del país según la mayoría de las encuestas, aunque ya, sin una convcatoria oficial de comicios, han empezado a surgir fricciones por el liderazgo de la derecha. «No hay un rostro de centro-derecha, lo veremos cuando vayamos a votar», dijo hoy el «número dos» de Berlusconi, Antonio Tajani, ante la posibilidad de que Meloni se convierta en la próxima primera ministra e imponga su programa ultradechista si gana las elecciones, lo que parece muy probable.
La decisión de FI de precipitar la caída de Draghi, al que Berlusconi promovió como Gobernador del Banco de Italia y presidente del Banco Central Europeo, según ha declarado el porpio magnate, está pesando entre sus filas: dos ministros lo han abandonado en las últimas hors tras acusar a su líder de ceder al populismo de Salvini. «Mi partido se ha desviado de sus valores fundadores: el europeísmo, el atlantismo, el liberalismo, la economía social de mercado, la equidad. Las piedras angulares de la gloriosa historia del Partido Popular Europeo», dijo el titular de Administraciones Públicas, Renato Brunetta, mientras la de Asuntos Regionales, Mariastella Gelmini aseguró que FI «se está disipando dentro de la nueva derecha trumpista y lepenista».
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