Desmantelada red de prostitución en Sicilia de jóvenes que llegaban desde Colombia, gracias a la Operación «Mi Amor» de las fuerzas del orden.
Las intrincadas calles del crimen han encontrado otra luz gracias a la operación «Mi Amor», llevada a cabo con determinación por los policias de la compañía de Caltagirone. La investigación ha sacado a la luz una compleja red de prostitución que involucraba a jóvenes mujeres colombianas, explotadas sin escrúpulos por una organización criminal que encontró refugio en el corazón de Sicilia.
La operación «Mi Amor» ha llevado a la ejecución de nueve medidas cautelares, un duro golpe infligido al crimen que se nutría de la ingenuidad y desesperación de jóvenes mujeres procedentes de Sudamérica, principalmente de Colombia. Estas mujeres, de entre 25 y 40 años, fueron reclutadas con engaños y obligadas a una vida de prostitución en el territorio Siciliano.
En el centro de la investigación se encuentran dos mujeres colombianas, presuntas artífices de esta maquinación criminal, una de las cuales está actualmente prófuga. A través de una actividad investigativa prolongada entre junio y diciembre de 2021, los carabinieri desenmascararon una organización que controlaba todos los aspectos de la actividad de prostitución, desde la logística hasta el marketing en sitios web.
Las dos mujeres colombianas, al frente de esta asociación criminal, orquestaron el reclutamiento de las mujeres y su traslado a Sicilia a través del aeropuerto de Catania. Posteriormente, otras personas involucradas en la investigación las llevaron a dos viviendas en el centro de Caltagirone, convertidas en verdaderos «prostíbulos».
Un sistema de rotación bien aceitado permitía que las víctimas permanecieran solo una semana en la zona del Calatino, para luego ser trasladadas a otros municipios sicilianos con el fin de evitar la atención de las fuerzas del orden. Durante su estancia, las organizadoras gestionaban todos los aspectos de la vida de sus víctimas, desde las necesidades diarias hasta las recargas telefónicas, todo a cambio de una compensación.
Pero la injusticia no se detenía allí: además de estar bajo el control de las organizadoras, las mujeres estaban obligadas a pagar una cuota diaria a la organización, una verdadera «renta» por su alojamiento en los burdeles.
Las investigaciones sacaron a la luz un amplio flujo de clientela, alimentado por anuncios en línea gestionados por las dos mujeres colombianas al frente del grupo criminal. El conocimiento generalizado de la presencia de los «prostíbulos» en la ciudad de Caltagirone confirmó la difusión de esta red criminal en la región.
La operación «Mi Amor» marcó un punto de inflexión en la lucha contra la explotación y el tráfico de seres humanos. Los esfuerzos conjuntos de las fuerzas del orden llevaron al secuestro preventivo de dos propiedades utilizadas para la actividad ilegal de prostitución y a la ejecución de medidas cautelares contra varios sospechosos.
Hoy, gracias a la determinación de los policias, una de las presuntas artífices de esta red de prostitución está entre rejas, mientras que otros están bajo arresto domiciliario o sujetos a medidas cautelares. Pero la operación «Mi Amor» es solo un capítulo en la lucha contra el crimen organizado, una advertencia contra aquellos que explotan la vulnerabilidad de otros con fines lucrativos.
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