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Del Gobierno Italiano llegan respuestas para los taxistas ante el caos en el transporte de sus ciudades

En plena oleada récord de turistas en Italia, la movilidad en las grandes ciudades del país se encuentra al borde del colapso, un problema alimentado por la negativa del sector del taxi a aumentar las licencias desde 2006 y un transporte público muy deficiente, aunque el Gobierno promete encontrar una solución.

La imagen de estaciones centrales, como Termini en Roma, con inmensas colas de turistas esperando por montarse en alguno de los taxis estacionados se repite en ciudades como Milán y Nápoles, donde las asociaciones de consumidores denuncian prácticas ilegales, como precios pactados o el rechazo a completar trayectos cortos. «La demanda es mayor que la oferta. Todo se debe al excesivo poder de ‘lobby’ taxista, que siempre ha obstaculizado la competencia y doblegado a su voluntad al Gobierno y las administraciones municipales, impidiendo la expedición de nuevas licencias», denuncia a medios de comunicación Carlo Rienzi, presidente de la asociación de consumidores Codacons.

En un país donde el 5 % de su producto interior bruto depende directamente del turismo, según el Banco de Italia, las protestas de viajeros en redes sociales son especialmente dañinas y por ello el Ejecutivo de la ultraderechista Giorgia Meloni ya ha movido ficha. «En los próximos días, el Gobierno abordará el problema del servicio de taxi con una solución basada en la eficiencia y transparencia hacia el ciudadano, equidad para los taxistas y respeto a las reglas del mercado», avanzó el Ejecutivo en un comunicado este martes.

El ministro de transportes, Matteo Salvini, que admite que hay «aspectos a mejorar» y reformas «esperadas desde hace años», ya ha iniciado reuniones con los colectivos de los taxistas. Según explica Rienzi, el problema se sufre especialmente en Roma, donde no se asignan licencias desde 2006 y el número de taxis se mantiene por debajo de los 8.000, a pesar de que el turismo se ha disparado un 40 % solo en los últimos cinco años.

El transporte completamente ineficiente de la capital italiana, con dos líneas de metro en cortes constantes por obras y una red de autobuses inoperativa, acrecienta la dependencia de los taxis. «Cuando llegamos, con los taxis nos pasó que les decíamos la dirección y no nos querían llevar, tampoco entendíamos (cómo funcionaban) los buses y recurrimos a Uber», explica un turista colombiano de vacaciones con su familia en Roma.

El visitante que aterriza en Roma tampoco tiene fácil reservar de inmediato un vehículo con conductor a través de su teléfono porque, a diferencia de otras ciudades como París o Madrid, la rígida regulación ha impedido que estas empresas tengan una presencia destacada. Estas nuevas aplicaciones básicamente enlazan a los usuarios con el servicio de taxis y la espera para lograr un coche puede superar incluso una hora. «Desgraciadamente en Italia los servicios alternativos como Uber son muy limitados, tanto por una legislación obsoleta que no se adapta a las posibilidades que ofrece la tecnología moderna como por el obstruccionismo de los sindicatos de taxistas», señaló el presidente de Codacons.

Aunque se trata de una práctica ilegal, es habitual que los conductores rechacen a viajeros porque sus trayectos son cortos o vayan directamente a buscar a turistas que, entre el engaño y la necesidad, pactan un precio superior. En Milán (norte) tampoco se licitan nuevas licencias desde 2006 y en Nápoles (sur) el caos en las estaciones es tal que hay policías controlando que se respeten los turnos en las filas, donde algunos usuarios denuncian que se les ha llegado a pedir miles de euros por transportarlos a localidades costeras.

Por todo ello, la autoridad antimonopolio de Italia ha lanzado una auditoría en el sector del taxi debido los problemas que crean «graves perjuicios para los usuarios», como los tiempos de espera, la manipulación del taxímetro o el rechazo de los pagos con tarjeta para evadir impuestos. Aunque para Codacons cualquier esfuerzo llega tarde: «En Italia estamos decenas de años por detrás de otras realidades europeas e internacionales, donde los usuarios tienen una enorme variedad de opciones que mejora la calidad del servicio y la competitividad de precios», enfatiza Rienzi. 

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