Roma, martes 5 de julio de 2011 – Dos mexicanos, un brasileño y diversos españoles participaron a la exposición inaugurada ayer por Benedicto XVI en el Vaticano.
La misma quedará abierta y con ingreso gratuito del 5 de julio al 14 de septiembre en el atrio del Aula Pablo VI (mirando las columnas de plaza San Pedro sobre la izquierda)
Son sesenta artistas, uno por cada año de sacerdocio del Papa, que exponen sus obras de arte de las más diversas disciplinas, como escultura, fotografía, literatura, música, pintura y arquitectura. Con diversas técnicas y materiales pero con el toque de arte que les caracteriza.
La exposición, se titula «Esplendor de la verdad, belleza de la Verdad» en homenaje por los 60 de ordenación del Papa. Tres célebres arquitectos, el brasileño Oscar Niemeyer, el suizo Mario Botta y el italiano Renzo Piano participan en la exposición.
Foto: Gustavo Arceves y su obra expuesta
En su mensaje el Papa aseguró que la sociedad actual necesita que la belleza de la verdad y de la caridad toque la intimidad del corazón de los hombres y los vuelva más humanos.
“El mundo en el cual vivimos necesita que la verdad resplandezca y no sea ofuscada por la mentira y la banalidad, necesita que la caridad inflame y no sea sofocada por el orgullo y el egoísmo”.
Al concluir su discurso el Santo Padre saludó personalmente a todos los artistas y visitó cada una de las 60 obras expuestas.
Entre los artistas estaban el compositor mexicano Leandro Espinosa y el escultor mexicano Gustavo Arceves que comentó: “Creo que todo lo que sea poner un dique a la barbarie va bién”. Su composición en un material mezcla de resina y aluminio es un sepulcro con un Cristo que razga el velo de la muerte, en el que se entrevée su pié y en el lugar de la estigma la medalla de San Benedicto en honor del actual Pontífice.
Los artesanos Mortet, que en Bolivia, Ecuador y Perú realizaron cursos y abrieron talleres de artesanía en plata
Estuvo también el artista platero italiano, Aurelio Mortet, de una familia de cinco generaciones de artesanos. Aurelio junto a sus hijos Dante y Andrea y su pariente Paolo, realizaron diversos cursos en Ecuador, Perú y Bolivia, organizados por el Instituto Italo Latino Americano los cuales concluyeron incluso fundando algunas escuelas de artesanía.
Dante Mortet recordó que en los cursos la primera cosa que se escribía en el pizarrón era: «El arte conduce a Dios».
Ellos realizaron para Benedicto XVI un sello papal, con los símbolos del actual pontífice: el oso, la conquilla y la columna estilizada. Aurelio estaba muy satisfecho porque el crucifijo que llevaba Benedicto XVI fue realizado por ellos.