«El Papa quiere que los jóvenes griten, bailen, se divertan, sois la esperanza del papa, sois la esperanza de la Iglesia. América Latina, sé tu misma, fiel a Cristo».
26 Julio 2013 – Más de un millón de personas, según fuentes de la organización de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Río de Janeiro, han seguido en la playa de Copacabana la jornada de bienvenida oficial al papa Francisco en esta JMJ, que arrancó el pasado martes y se prolongará hasta el domingo.
En un ambiente festivo y desafiando al mal tiempo reinante (la lluvia no da tregua en los últimos días), los jóvenes han acogido al papa como a una estrella del pop, entre cánticos, vivas y con miles de banderas de sus países de origen.
«Esta es la juventud del Papa» ha sido uno de los lemas más entonados por los muchachos en esta fiesta de acogida al pontífice de los miles de jóvenes procedentes de 190 países.
El papa Bergoglio ha llegado al encuentro con los jóvenes en el papamóvil, en el que ha recorrido toda el paseo marítimo de Copacabana, de cuatro kilómetros de largo, hasta el lugar donde se ha levantado el palco, en un costado de la playa.
Cientos de miles de jóvenes, algunos tras espera más de doce horas bajo la lluvia, le han acompañado en el trayecto, mientras Francisco, en su línea, sonriente y feliz, ha besado a niños, saludado a jóvenes y no ha dudado en quitarse el solideo y cambiarlo por otro que le había entregado un joven sacerdote.
Durante su discurso, que emocionó hasta las lágrimas a cientos de chicos presentes, pidió «cuidar los dos extremos de la vida». En ese sentido, se refirió «a los ancianos y los jóvenes». Con un tono directo, distinto al que venpia utilizando en sus presentaciones confesó: «Yo pedí este espacio porque necesitaba encontrarme con ustedes».
Por unos minutos el Papa Francisco volvió a ser Jorge Bergoglio, ese Padre austero, bondadoso y simple, caracterizado por su gran llegada a los jóvenes. El Sumo Pontífice también se disculpó por las 30 mil personas que quedaron fuera del templo, quienes no llegaron a ingresar y siguieron sus palabras en los alrededores de la Catedral.
Más temprano, Francisco emocionó a todos en su visita al complejo de favelas Manguinhos, en Varginha, la más peligrosa de Brasil. Allí estuvo acompañado por una delegación de jóvenes argentinos, oriundos de diferentes asentamientos de nuestro país, quienes colgaron una bandera que rezaba: «Francisco: El Papa de los villeros».
Desde el epicentro de la pobreza, el Sumo Pontífice expresó: «No se cansen de trabajar por un mundo más justo y solidario, no se puede permanecer insensible ante las desigualdades del mundo; en la medida de sus propias posibilidades, den su contribución para terimar con las injusticias sociales».
Frente a miles de pobres, el Papa aseguró que «la verdadera riqueza está en el corazón de las personas e incluso los más humildes pueden dar al mundo una gran lección de solidaridad, ya sea con un abrazo, un pedazo de pan, un vaso de agua o una palabra». La grandeza de una sociedad está dada por cómo se trata a los más necesitados», resaltó.Finalmente elevó un mensaje para los jóvenes que muchas veces se desilusionan ante los actos de corrupción de quienes sólo procuran tener más riqueza: «¡Nunca se desanimen, no pierdan la confianza y no dejen que se apague la esperanza; la realidad se puede cambiar!». «O Papa está com você», se despidió en medio de una gran ovación.
Elvira Ricotta