“La noche antes de su muerte, cuatro mujeres ecuatorianas fuerón a su casa para amenazarla de muerte y quitarle al niño. Querían cogerlo para llevarlo donde su padre”.
Génova, 4 Octubre – Hubo una petición de ayuda a la vigilia del irreparable. Son los hermanos de Margarita Soledad Alania a contarlo desde Lima. A dar el fondo, ese gesto imprevisto madurado en la oficina de un famoso abogado el jueves por la mañana en la calle Carducci en Génova, cuando la mujer lanzó a su hijo por la ventana antes de botarse junto a él en el vacío. Toda la comunidad peruana en italia es incrédula ante este gesto. Las condiciones del niño son graves, pero estacionarias.
“No era de ella, nunca lo hubiera hecho, vivía para su niño”, dicen. El pequeño está hospitalizado en el Gaslini en condiciones graves, después de haber sobrevivido a un vuelo desde el sexto piso.
“La noche anterior habló con mi hermana Olinda” cuenta su hermana Isabel. “Me dijo así: “Ésta es una emergencia, vinieron mujeres a insultarme diciendo que me habrían matado hoy día mismo. Y que me querían quitar a Alessandro. Tengo miedo, me tienen que ayudar”. Palabras de una mujer desesperada y no más en equilibrio, o el cuento de un episodio verdadero, sin embrago misterioso? Tocará a la Ley aclarar, que en los próximos días podrían escuchar los diferentes testigos.
Fueron interminables minutos de angustia para la hermana de Olinda, pero había encontrado la fuérzas para calmarla. Al final faltaba poco para el retorno de Isabel a Italia. “Vivía en Génova pero por culpa de un accidente, tube que retornar a Perú para curarme – cuenta Isabel – Fué ella que me pidió de acelerar la práctica para venir a ayudarla. Quería trabajar pero no sabía donde dejar al niño. Tenía miedo de que se lo quitaran. Yo hubiese cuidado al niño, porque no quería dejarlo al padre.
Nos dijo que él lo molestaba. Ese hombre, según ella, maltrataba al pequeño Alessandro, y también a ella. Han sido hechas tantas denuncias, la maltrataba, la humillaba por sus orígenes con frases razistas. Él debió mandar a esas mujeres a su casa, no aceptaba que ella viviera tranquila”.
Mamá Zoraida, dicen los hermanos no hace que mirar la foto de su hija, feliz que tiene en brazos a Alessandro. La han colgado en la pared de la casa. Una casa humilde, en un barrio pobre de Lima. Ahora piden justicia. “Ella no pudo haberse suicidado. Esa mañana habló con mi madre, porque le había mandado dinero. Ese dinero, habría servido para el abogado. Estaba tranquila, recuerda mamá, pero debió haber encontrado a alguien porque mientras hablaba dijo “Gracias, que Dios te bendiga. Vamos Alessandro?”. Nos preguntamos quien sería, si vió o sabe algo. No, mi hermana no se pudo botar sola. Tienen que investigar, queremos saber la verdad”.
En todos estos años de calvario por la situación conyugal, los hermanos cuentan que había re-encontrado la felicidad: cuando se quedó en Perú por casi mitad de año. También Alessandro era feliz entre los brazos de la abuela Zoraida y con sus cinco tíos y primos. Margarita había tomado esa decisión porque por fin se había decidido a poner el punto final a su historia y empezar una nueva vida con su familia en Lima.
“Después llegó él a Lima para llevarselos. Ella lo hizo, decía que si su niño un día hubiese preguntado de su padre, ella no habría sabido responder. Se sintió obligada, y volvió a Génova, desde entonces, su vida se convirtió en un verdadero infierno”. Fue en ese entonces que comenzó a confiarse siempre más y más de sus hermanos, los llamaba casi todos los días contandoles todas las humillaciones que sufría. Una visa por razones humanitarias podría llegar para mamá Zoraida y la hermana Isabel. “Queremos llevarnos el cuerpo de Margarita a Lima y ver al niño. Nuestra preocupación es que quién se está ocupando de él.
-SecoloXIV-
C.Z.León