Hoy, en la universidad donde estaba a punto de graduarse, se guardó un minuto de silencio en memoria de Giulia Cecchettin. Además, se dedicarón seis becas de estudio y un aula en su honor. Ha pasado un año desde que Giulia, de solo 22 años, fue asesinada en un estacionamiento de Vigonovo por su novio Filippo Turetta, la noche del 11 de noviembre. Este feminicidio, más que muchos otros, conmovió profundamente la conciencia colectiva italiana.
La joven Giulia fue víctima de un exnovio que no aceptaba el final de la relación. Estaba a punto de culminar su carrera universitaria y había logrado destacados resultados académicos. Su profesor de Fundamentos de Electrónica, Gaudenzio Meneghesso, recuerda: “Después de un examen oral, presentó una prueba escrita con algunas distracciones; le sugerí completarla y lo hizo obteniendo la máxima calificación”.
El campus universitario ha cambiado mucho desde entonces. Hoy, además del minuto de silencio, se reconocieron seis becas de estudio y un aula llevará el nombre de Giulia. La comunidad universitaria ha reforzado su compromiso con la sensibilización sobre el sexismo y la importancia del lenguaje inclusivo. “Es esencial prestar atención a señales que pueden parecer insignificantes pero que esconden comportamientos que, en casos extremos, derivan en tragedias como la que vivimos”, afirmó el profesor Meneghesso.
Filippo Turetta enfrenta un juicio por homicidio voluntario con agravantes de premeditación y acoso. Podría recibir una condena de cadena perpetua, y la última audiencia está programada para una fecha significativa: el 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
“Giulia era una estudiante valiosa, parte de nuestra comunidad, casi una hija para nosotros. Fue trágicamente arrancada de este mundo y haremos todo lo posible para recordarla y contribuir, en la medida de nuestras capacidades, a mejorar la sociedad”, concluyó Meneghesso.