Aquí la historia de María, que al llegar a Italia tubo que trabajar como prostituta.
María, llegó a Italia hace 3 años desde una pequeña tribu africana, tenía 18 años le habían prometido que venía a trabajar como peluquera y que con su trabajo en poco tiempo habría pagado toda la deuda.
Su calvario empezó apenas puso pie en territorio italiano, ya que el apartamento en donde iba a vivir era una barraca, la peluquería en donde iba a trabajar eran las calles desoladas y oscuras de la capital y los clientes a los cuales iba a cortarles el cabello la única cosa que querían de María eran sus servicios sexuales, a pesar de que al inicio trató de oponerse, sus “acreedores” la amenazaban constantemente diciéndole que si no pagaba con su trabajo los 22.000 euros que debía, ellos se encargarían de cobrárselos a su familia…; por miedo a que pudieran hacer del mal a sus padres o hermanos, María aceptó de prostituirse, trabajando todos los días y casi todo el día.
Estuvo así por un año hasta que gracias a la ayuda de una asociación que orienta a las mujeres que se encuentran en esta situación, María poco a poco comprendió, que no podía continuar con esta esclavitud y que debía denunciar a estas personas, aceptó el reto y a pesar de que ha pasado más de un año y aún siente miedo de las amenazas de estas personas, no se arrepiente ni un momento de la decisión que tomó”.
En Italia, el fenómeno del tráfico de seres humanos se ha visto en aumento en los últimos años, las organizaciones criminales que manejan estas redes de tráfico de personas han visto crecer sus ingresos económicos en forma impresionante. El ordenamiento jurídico italiano, desde hace algunos años, creó una norma legal con la finalidad de contrastar este fenómeno, lastimosamente las estadísticas demuestran que no ha sido suficiente lo que se ha hecho en los últimos tiempos y que falta aún tanto por hacer.
En el Texto Único de la Inmigración, encontramos el artículo 18 que prevé la posibilidad de otorgar un permiso de residencia “especial” al extranjero que haya sido víctima de violencia o grave explotación sexual, cuando se encuentre en peligro su incolumidad personal.
El problema de estos casos, es que la mayoría de las víctimas prefieren continuar en medio de las calles sufriendo cualquier tipo de vejámenes en lugar de denunciar ya que el terror que sienten hacia su verdugo, es tal, que no les permite encontrar las fuerzas para denunciar y abandonar esta vida.
Otro de los factores que obstaculiza a una víctima para que denuncie, es la poca confianza hacia la justicia italiana, este podría ser considerado el principal escepticismo de parte de la víctima, ya que teme que al denunciar venga abandonada a su suerte. Pero considero que es justo recordar, que en los últimos años la mayoría de los procesos que tenían por objeto juzgar la explotación sexual, se ha concluido con sentencias favorables a las víctimas.
Para que venga otorgado este permiso, es necesario que las autoridades tengan conocimiento del hecho, sea a través de entes locales, privados, de la denuncia de la propia víctima o del Procurador de la República cuando la justicia esté siguiendo un caso de violencia o grave abuso. Se solicita directamente en Questura, adjuntando los documentos necesarios como la fotocopia del pasaporte, fotografías, eventual denuncia, inscripción al centro social, etc.
Este permiso tiene una duración de 6 meses, es renovable y también puede ser revocado en caso de conducta incompatible con la finalidad para la cual fue otorgado.